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Historia del café
Hablar de la historia del café es hablar de un viaje que abarca siglos, culturas y continentes. Pocas bebidas han dejado una huella tan profunda en la sociedad como este fruto nacido en las montañas de Etiopía y convertido, con el tiempo, en una de las mercancías más valoradas del planeta.
Desde sus orígenes legendarios hasta su papel actual en la economía global, el café ha pasado de ser un simple arbusto silvestre a un motor de reuniones sociales, debates intelectuales y revoluciones culturales. El café ha acompañado a reyes y filósofos, ha sido moneda de cambio en mercados coloniales y, hoy en día, es el centro de una nueva etapa marcada por el café de especialidad y la búsqueda de la excelencia en cada taza.
¿Quién no empieza mejor el día con un café? En este post vamos a tratar de explicar el origen de una bebida tan consumida en todo el mundo, la historia del café.
Índice de contenido
¿Cuál es el verdadero origen del café?
El café tiene sus raíces en las tierras altas de Etiopía, donde el cafeto (Coffea arabica) crecía de manera silvestre mucho antes de ser cultivado. Aunque resulta imposible precisar la fecha exacta de su descubrimiento, los historiadores coinciden en que ya en el siglo IX se conocían los efectos estimulantes de sus frutos en algunas comunidades etíopes.
El salto decisivo se produjo en el siglo XV en la península arábiga, concretamente en Yemen. Allí, en los monasterios sufíes, los monjes utilizaban una bebida elaborada a partir de los granos tostados y molidos para mantenerse despiertos durante las oraciones nocturnas. La ciudad portuaria de Moca (al-Makha), en Yemen, se convirtió en el principal centro de comercio, dando origen al término “moca” con el que todavía hoy se denomina a ciertos cafés.
Los primeros documentos escritos que mencionan el consumo de «café» datan de esta época. Textos árabes del siglo XV describen cómo se preparaba una infusión con los granos tostados, algo muy parecido a lo que conocemos actualmente. Desde allí, el café empezó a difundirse por todo el mundo islámico: El Cairo, La Meca, Damasco o Estambul se convirtieron en puntos clave de su expansión.
El café no tardó en suscitar debates. En 1511, las autoridades religiosas de La Meca intentaron prohibirlo por considerarlo una bebida que podía incitar a la agitación social, ya que las cafeterías se estaban transformando en espacios de debate y tertulia. Sin embargo, la prohibición fue levantada pocos años después debido a la enorme popularidad de la bebida.
Este recorrido temprano marcó el inicio de una expansión imparable. El café pasó de ser un fruto local consumido de manera rudimentaria a convertirse en un producto global, con un sistema de cultivo, comercio y consumo que transformó la historia de la alimentación y el comercio internacional.
La leyenda del pastor y sus cabras en Etiopía
Una de las leyendas más famosas y divertidas cuenta que fue un pastor de cabras de Etiopía quien, un día, descubrió las particularidades energizantes de los granos de la planta de café.
Kaldi, así es como se llamaba el famoso pastor de cabras, estaba sacando a pastar a las cabras por las laderas de Kaffa, en Abisinia. Sus cabras se extraviaron y acabaron un poco más lejos de donde habitualmente pastaban.
Cuando las encontró, Kaldi se dio cuenta de que sus cabras estaban en un estado de agitación un tanto extraño y se preguntó si podría deberse a lo que estaban comiendo en ese mismo momento. De este modo, decidió probar él mismo aquellos frutos tan extraños.
La leyenda cuenta que Kaldi llevó los frutos a una mezquita cercana, donde los sabios, al descubrir su capacidad para mantenerlos despiertos durante las oraciones nocturnas, comenzaron a utilizarlos en infusión. Aunque no existe documentación escrita que confirme esta historia en esa época, se ha transmitido de forma oral durante siglos y ha quedado como uno de los relatos más populares asociados al descubrimiento del café.
Las montañas de Etiopía
Las tierras altas de Etiopía son un entorno privilegiado para el crecimiento natural del cafeto. Allí, en bosques húmedos y de gran biodiversidad, todavía se encuentran plantas de café que crecen de forma silvestre. De hecho, Etiopía es uno de los pocos países donde aún se recolectan granos directamente de cafetales no cultivados, algo único en el mundo.
El nombre de la región de Kaffa ha sido relacionado etimológicamente con la palabra “café”, aunque los lingüistas no se ponen totalmente de acuerdo. Lo que sí es seguro es que este territorio marcó el inicio de la historia de una de las bebidas más consumidas del planeta.
Hoy, Etiopía sigue siendo un país fundamental en el sector: el café de Etiopía es reconocido en todo el mundo por su calidad y por la diversidad de sus perfiles sensoriales, que van desde notas florales y cítricas hasta matices de vino y frutos rojos. Esta riqueza se explica por la combinación de suelos fértiles, altitudes elevadas y una tradición cafetera que ha pasado de generación en generación.
¿Cómo se expandió el café?
¿A quién no le gusta una buena taza de café y sentir su aporte de energía por la mañana? Seguramente no fuera el principal motivo de la gran y rápida expansión del café pero seguro que uno de ellos sí.
En un primer momento, el monopolio estuvo en manos de los árabes, que controlaban tanto el cultivo como el comercio desde el puerto de Moca. La expansión del café en el mundo islámico llegó en una época en la que ya existían varios conflictos con la prohibición del alcohol en estos países, debido a su religión. Así que, tras la llegada de esta bebida, aparecieron las primeras cafeterías que se convirtieron en el lugar de reunión para los intelectuales, principalmente filósofos y letrados. Por ello, los imanes ortodoxos y conservadores quisieron prohibir el consumo del café.
Durante décadas, intentaron impedir que granos fértiles salieran de la península arábiga. Sin embargo, los europeos encontraron la forma de hacerse con plantas de café y expandir su cultivo por las colonias tropicales. En el siglo XVII los holandeses fueron los primeros en romper el monopolio árabe. En 1616 consiguieron plantas de café en Yemen y las cultivaron en los invernaderos de Ámsterdam. Poco después, introdujeron el cafeto en la isla de Java (Indonesia), creando la primera gran plantación fuera de Arabia.
Tras estos acontecimiento, el café se empezó a exportar y a popularizar, llevando el consumo de café, y su cultivo, a la expansión y aconteciendo la llegada del cafe a Europa. Algunos sacerdotes católicos lo bautizaron como una amarga invención de Satanás, ya que lo veían como un posible sustituto del vino. No fue aceptada para el consumo de los católicos hasta que el papa Clemente VIII probó la bebida y la bautizó simbólicamente.
En el siglo XVIII, los franceses también tuvieron éxito en transportar ejemplares de cafeto. El episodio más célebre es el de Gabriel de Clieu, que llevó una planta desde París hasta la isla de Martinica en 1720. Desde allí, el café se expandió a otras colonias del Caribe.
Los portugueses introdujeron el cultivo en Brasil a mediados del siglo XVIII. La combinación de clima, extensión de tierras y mano de obra esclava permitió un crecimiento imparable. En pocas décadas, Brasil se convirtió en el principal productor mundial, un liderazgo que mantiene en la actualidad. Paralelamente, el café también llegó a las colonias británicas en India y Jamaica, y a territorios españoles como Cuba y Filipinas, consolidando su presencia en distintos continentes.
En el sur y oeste de Europa se observó una mayor tolerancia y en la década de 1650 se comenzaron las grandes exportaciones de café a Inglaterra. El aumento exponencial de comprar café trajo consigo la apertura de cafeterías en Oxford y en Londres cambiando para siempre la historia del café en el mundo.
¿Cómo llegó a España?
En España, el café comenzó a introducirse entre finales del siglo XVIII y principios del XIX. Al principio era consumido principalmente por círculos elitistas formados por comerciantes, diplomáticos y aristócratas que lo habían conocido en sus viajes por otros países europeos o las americas. Su consumo se extendió rápidamente en algunas ciudades que actuaban como centros de intercambio cultural y económico.
En la capital, la primera cafetería de la que se tiene constancia fue La Fontana de Oro, inaugurada en 1764. Estos espacios se convirtieron pronto en lugares de tertulia y encuentro de intelectuales, artistas y políticos. En Barcelona, gracias a las intensas conexiones comerciales con Italia y Francia, el café se incorporó pronto a la vida cultural de la ciudad, dando lugar a cafés literarios que marcaron la vida social del siglo XIX. Cádiz, por su condición de puerto abierto al comercio internacional, también fue uno de los primeros lugares donde el café alcanzó gran popularidad.
Con el paso del tiempo, el café dejó de ser un lujo de las élites y pasó a convertirse en parte de la vida cotidiana de todos los estratos sociales. En España se asentaron costumbres propias, como el café con leche del desayuno, el cortado como pausa rápida o el carajillo, que combina café con licor.
Estas formas de consumo no solo consolidaron la presencia del café en la gastronomía nacional, sino que también lo convirtieron en un elemento cultural profundamente enraizado en la identidad española.
Datos históricos sobre el café
La historia del café no es lineal, sino una sucesión de descubrimientos, expansiones y transformaciones culturales. A continuación, un recorrido cronológico por los hitos más relevantes que marcaron el camino de este fruto hasta convertirse en la bebida que conocemos hoy:
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Siglo XV
Yemen y el origen del término “qahwa”
En los primeros textos árabes donde aparece el café, se le denominaba qahwa, una palabra que originalmente significaba “vino”. Con el tiempo, este término se usó para designar a la nueva bebida estimulante, considerada una alternativa aceptable al alcohol dentro de la cultura islámica.
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Siglo XVI
El café como sospechoso en el Imperio Otomano
En 1570, el sultán otomano Murad III volvió a prohibir el café, pero esta vez por un motivo insólito: se temía que las tertulias en las cafeterías fomentaran conspiraciones contra el poder. Algunos cronistas relatan que quienes infringían la prohibición eran castigados con severidad, aunque la popularidad del café acabó imponiéndose y los cafés volvieron a abrir poco después.
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Siglo XVII
El “vino de Arabia” en Europa
Cuando llegó a Europa, el café no estuvo exento de polémicas. En Italia, algunos sectores de la Iglesia lo consideraron una “bebida del diablo” por su origen musulmán. La anécdota más conocida cuenta que el papa Clemente VIII, tras probarlo en 1600, lo declaró tan delicioso que merecía ser bautizado y adoptado por los cristianos. Este gesto allanó el camino para su aceptación en todo el continente.
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Siglo XVIII
La historia del café en la Revolución Francesa y en Boston
Durante la Revolución Francesa, las cafeterías de París se convirtieron en centros de debate político. En locales como el Café Procope se reunían intelectuales como Voltaire, Rousseau o Diderot. De hecho, Voltaire llegó a ser famoso por su consumo desmedido: según las crónicas, podía beber entre 40 y 50 tazas de café al día.
En el otro lado del Atlántico, en 1773, el café ganó protagonismo en las colonias americanas tras el Motín del Té de Boston. El boicot a las importaciones británicas de té convirtió al café en la nueva bebida patriótica en Estados Unidos.
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Siglo XIX
Innovaciones técnicas y cultura literaria
El siglo XIX no solo trajo nuevas cafeteras, sino también una fuerte relación entre café y cultura. Escritores como Honoré de Balzac encontraron en el café su fuente de inspiración. Balzac llegó a afirmar que escribía durante horas gracias al consumo de más de 50 tazas diarias, lo que le llevó a describir sus efectos con gran detalle en sus ensayos.
En Viena, las cafeterías se transformaron en verdaderos salones culturales, frecuentados por figuras como Freud, Trotsky o Stefan Zweig, consolidando la ciudad como una capital literaria del café.
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Siglo XX
El café y la guerra
Durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial, el café fue un bien tan apreciado que en muchos países se recurrió a sucedáneos. En Alemania, por ejemplo, se popularizó el “Muckefuck”, una infusión hecha de cebada, achicoria o centeno tostado que intentaba imitar el sabor del café, aunque sin cafeína.
En Estados Unidos, el café soluble se convirtió en un aliado de los soldados. La marca Nescafé, lanzada en 1938, fue incluida en los paquetes de raciones militares durante la Segunda Guerra Mundial, lo que contribuyó a su popularización global.
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Récords y cafés exclusivos
El auge del café de especialidad
Un ejemplo es el café Kopi Luwak de Indonesia, elaborado a partir de granos que han pasado por el sistema digestivo de la civeta. Aunque su producción es polémica por motivos éticos, durante años fue considerado uno de los cafés más caros del mundo.
Otro caso llamativo es el del Gesha panameño, cultivado en fincas como la de Hacienda La Esmeralda, que ha alcanzado precios superiores a 1.000 dólares por kilo en subastas internacionales. Este fenómeno ha convertido a Panamá en un referente del café de alta gama, demostrando cómo el grano puede ser también un producto de lujo.
Países consumidores de café
¿En la actualidad, el café es la segunda bebida más consumida del mundo después del agua, con más de 10.000 millones de kilos producidos cada año. Su consumo no es homogéneo: cada país lo ha adaptado a sus costumbres, rituales y estilos de vida, creando una enorme diversidad cultural alrededor de una misma bebida.
En los países nórdicos como Finlandia, Suecia o Noruega se encuentran los mayores consumidores per cápita de café. En Finlandia, cada persona bebe de media más de 12 kilos al año, casi el doble que en otros países europeos. Allí es habitual tomarlo filtrado, acompañado de bollería, en la tradicional pausa social conocida como fika.
En Italia, el café es sinónimo de espresso. La cultura italiana lo ha convertido en un símbolo de identidad, con preparaciones mundialmente reconocidas como el cappuccino, el macchiato o el ristretto. El consumo suele hacerse en barras de cafetería, rápido y concentrado, como parte de la rutina diaria.
En Turquía, el café se prepara de forma muy particular: molido extremadamente fino y hervido en un pequeño recipiente llamado cezve. El resultado es una bebida intensa y densa, acompañada de un poso que tradicionalmente se ha utilizado incluso para prácticas de adivinación. El café turco es Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO desde 2013.
En otros paises como en los Estados Unidos, la cultura del café se ha popularizado en torno al take away y las grandes cadenas, donde predominan formatos largos y personalizables, como el latte o el americano.
En paises productores como Brasil el café es también parte fundamental de la vida diaria. El famoso cafezinho, un café corto y muy dulce, se ofrece como gesto de bienvenida en casas, oficinas o reuniones, reflejando el papel social de esta bebida.
El mapa del café actual muestra cómo una misma semilla se transforma en experiencias únicas según la cultura. Y bien, tras repasar la historia del café ¿creéis que el mundo podría vivir sin café un día ahora que nuestros paladares lo han saboreado? Nosotros creemos que no.
Auge del café de especialidad
En las últimas décadas, el consumo de café ha experimentado una transformación profunda con el auge del café de especialidad. Este término, acuñado por la Specialty Coffee Association (SCA), se refiere a cafés que superan los 80 puntos en una escala de calidad de 100, evaluados por catadores profesionales conocidos como Q Graders.
A diferencia del café comercial, el café de especialidad comparte espacio con lo que muchos denominan café gourmet, ya que ambos ponen el foco en la calidad, la trazabilidad y en la experiencia sensorial que ofrece cada taza. En este contexto, el consumidor puede conocer la finca de origen, la variedad botánica, el método de beneficio e incluso la fecha de tueste. Además, la producción se orienta hacia prácticas sostenibles y relaciones más justas entre productores y tostadores.
Este movimiento también ha cambiado la forma de disfrutar del café. Han cobrado protagonismo métodos de preparación como el V60, la prensa francesa, el aeropress o el cold brew, que permiten resaltar matices aromáticos y sensoriales que antes pasaban desapercibidos. El resultado es un consumidor más informado y exigente, que busca algo más que cafeína: quiere vivir una experiencia completa en cada taza.
Hoy, el café de especialidad no es solo una tendencia, sino un auténtico cambio cultural. Se trata de valorar el trabajo en origen, respetar el producto y reconocer que cada grano cuenta una historia única, desde la finca hasta la mesa.